La semana pasada leíamos en el Evangelio según San Juan:
“Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”. (8, 31-32)
En la cita bíblica de referencia Jesús nos describe un proceso:
- Creer en Jesús.- aceptarlo como Señor y Salvador rindiendo nuestro ser entero a Él, buscando agradarle en todo, dejándonos guiar por Él en cada paso que damos en nuestra vida.
- Permanecer asiduos a la Palabra.- la lectura frecuente de la Palabra de Dios que interpela nuestras acciones y nuestro obrar.
- Ser discípulo.- el discípulo convencido del valor y la verdad de las propuestas de su Maestro, se compromete a transmitir esas enseñanzas a través de su testimonio de vida.
- Conocer la Verdad.- nadie dice “Jesús es Señor” si no es por influjo del Espíritu Santo. Es el Espíritu Santo quien nos conduce a la Verdad que es Jesús.
- Ser libre.- es claro que la libertad de la que habla Jesús no podemos conseguirla por nosotros mismos, esa libertad viene dada por vivir en la Verdad que es Cristo, único Camino, Verdad y Vida.
A partir de esta lectura, reflexionaba sobre la necesidad que tenemos de libertad para ser felices y como, en la búsqueda de la felicidad, fabricamos imágenes de nosotros mismos y de los demás, pensando, sintiendo y diciendo lo que contribuye a esas imágenes y a nuestros esquemas que nos esclavizan. Otras veces queremos protegernos de todo y de todos y nos hacemos ideas falsas de lo que debería ser, y en medio de esa realidad –ilusión– perdemos la dimensión de la auténtica felicidad que nos da el vivir en la verdad y por ende, en libertad.
Vivir en libertad conlleva asumir responsabilidad de los propios actos; implica coherencia, entre la doctrina que se predica y el estilo de vida que se asume. La libertad cristiana es seguimiento de Cristo en el don de sí hasta el sacrificio de la cruz y pudiera parecer contradictorio, pero el Señor Jesús vivió la cumbre de su libertad en la cruz, a través de la entrega total por AMOR, y es que la libertad alcanza su plenitud cuando el motor de nuestra vida es el amor.
Decía San Agustín de Hipona: “Ama y haz lo que quieras. Si callas, callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si corriges, corregirás con amor; si perdonas, perdonarás con amor. Si tienes el amor arraigado en ti, ninguna otra cosa sino amor serán tus frutos”.
Pidamos la asistencia del Espíritu Santo para abrir nuestros corazones a la Verdad que nos lleva a amar en libertad y ser así, auténticos y transparentes, sin corazas y ni caretas, libres de mentiras y falsos compromisos.
Contemplemos en estos días del Triduo Pascual, a Cristo Crucificado y descubramos la grandeza de su amorosa entrega que nos ha ganado la auténtica Libertad. Y que esa entrega nos mueva a ser verdaderos discípulos del Maestro.