El sufrimiento humano y Dios

Recientemente he visto el documental “El papa Francisco, un hombre de palabra», de Wim Wenders y realmente me conmovió ver algunas de las situaciones de pobreza extrema, de enfermedades y sufrimiento que vive la humanidad, mismas que son presentadas dentro de un mensaje orientado a la esperanza. El primer pensamiento que nos llega ante tales situaciones es la seguridad de que éste no ha sido el plan de Dios para la humanidad, pero ¿cómo se contrapone este drama frente a un Dios Todopoderoso y Omnipotente que en un segundo podría terminar con tantas circunstancias de dolor?  Pero más que una receta mágica, Dios a través de su Hijo Jesús nos mostró un camino de sufrimiento y entrega que concluye en una resplandeciente esperanza.

Si Dios como ser Omnipotente cambiara el destino de la humanidad en un momento, ¿Dónde quedaría la libertad del ser humano?  Esa capacidad que fue dada por Dios al hombre para decidir sobre su destino y el destino de sus semejantes.  Igual pienso, Dios arregla las desigualdades y las injusticias en un segundo y al siguiente segundo, el hombre vuelve a lo mismo, pues el problema no está en los recursos, la dificultad está en lo que decidimos hacer con esos recursos: el don de la vida, la maravilla que es la naturaleza, el regalo que significa la capacidad del hombre para generar recursos.

Al joven que se acercó a Jesús preguntando “qué hacer para heredar la vida eterna”, Él le dijo: “Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes”.  Jesús no dijo lo mucho o lo poco que tienes, quien describe que el joven era muy rico, es el narrador del pasaje Evangélico, de manera que el llamado a compartir con los demás, lo que tenemos, es para todos.  Y en este punto pienso… que diferente sería el mundo si todos nosotros nos dispusiéramos a compartir con los demás, nuestras posesiones, esto implica que nadie se aprovecharía de la bondad del otro y que ninguno buscaría la alabanza y agradecimiento por haber compartido, porque al final estamos compartiendo lo que he recibido como gracia y estoy recibiendo lo que me fue dado como don.

Este enfoque necesariamente nos lleva a reconocer que no somos dueños de nada, todo es dádiva del Dador por excelencia: Dios.

Y en mi reflexión vuelvo a pensar, si Dios actuara sin la intervención del hombre, no se daría el proceso del cambio de corazón, la “conversión” necesaria para que la justicia social que nos presenta la Doctrina Social de la Iglesia, sea una realidad en el mundo.

Hoy la Iglesia canoniza a siete nuevos santos y beatos, entre ellos el Papa Pablo VI y Monseñor Romero como “ejemplo de una vida cristiana radical que sabe dejar por amor del Señor, las riquezas, la nostalgia de los puestos y el poder” dijo el Papa Francisco.

«La palabra de Dios es viva y eficaz (Hb 4, 12)” como señala la Segunda Lectura de la Liturgia de hoy, que nos invita a través del Evangelio (Marcos 10,17-30), a la libre entrega de nuestro corazón a Jesús y sus enseñanzas, entrega que debe ser total, radical, sin tibiezas y sin reservas, porque solo así y así solo, lograremos construir un mundo de equidad y justicia, libre de la miseria y las limitaciones impuestas por el apego que limita la libertad.

Pidamos al Señor que nos libere de la tristeza fruto de nuestra tibieza de corazón, que nos regale la valentía y libertad para arriesgarnos a seguirlo y la alegría que brota del encuentro con el Amado en la entrega incondicional a su Evangelio.

 

4 comentarios sobre “El sufrimiento humano y Dios

  1. Esta reflexión es muy acertada.. «El Sufrimiento Humano y Dios» es un planteamiento desafíante
    frecuente con el que nos confrontan los agnósticos o personas de «fe comoda»…

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  2. Ciertamente, Martha, el problema está en el corazón de cada uno de nosotros como seres humanos. Estamos confundidos…en vez de amar y dejarnos amar…estamos buscando seguridad, y nos defendemos procurando felicidad en medio de nuestra ilusión de seguridad… Pido al Señor un cambio de corazón, para mí, el primero, y veré al otro como mi hermano, que somos uno, y no un extraño, caminar juntos, ser uno…y ninguno pasará necesidad, porque compartiré…y el otro compartirá conmigo. Señor, qué abra mi corazón!🤲

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