Todo cristiano, hombre, mujer, niño o adulto de cualquier época, está llamado a ser Santo, viviendo esa santidad desde la condición o clase social, estado de vida o profesión en la que se desenvuelva. En la Carta a los Efesios leemos: “Por cuanto nos ha elegido en El antes de la fundación del mundo, para ser santos e inmaculados en su presencia, en el amor” (Ef. 1,4).
Ser santo no es asunto de cuantas actividades parroquiales se realizan o a cual consejo ministerial se pertenece o cuantas veces al día se reza el Santo Rosario; más bien se trata de que todos los actos y acciones que se realicen dejen ver un corazón transformado en el amor.
En el mes de Abril 2018, el Papa Francisco publicó la Exhortación Apostólica Gaudete et Exsultate sobre el Llamado a la Santidad en el Mundo Actual que en su introducción dice: “El Señor lo pide todo, y lo que ofrece es la verdadera vida, la felicidad para la cual fuimos creados. Él nos quiere santos y no espera que nos conformemos con una existencia mediocre, aguada, licuada”. De manera que la vida normal del creyente ha de ser una vida santa en la humildad y en el amor. Pero muchas veces se está muy lejos de este sentido de la santidad, porque en el servicio es posible que se comparen unos con otros y se generen juicios contra los hermanos que no manifiestan el mismo nivel de entrega y compromiso, si haces lo que haces, sirves como sirves, nada tienes de mérito ni escalafón, pues todo es “gracia de Dios”, como dice la Carta a los Efesios: Él nos ha elegido… y el juicio no es una expresión de santidad.
A veces se ha pensado que para ser santo es necesario abandonarlo todo y dedicarse exclusivamente a determinadas actividades y es cierto que en la historia de la Iglesia algunas personas han alcanzado la santidad a través de este llamado a la renuncia o a apartarse, pero se puede vivir en santidad en el momento puntual que le haya tocado vivir, en este sentido señala la exhortación apostólica: “Todos estamos llamados a ser santos viviendo con amor y ofreciendo el propio testimonio en las ocupaciones de cada día, allí donde cada uno se encuentra. ¿Eres consagrada o consagrado? Sé santo viviendo con alegría tu entrega. ¿Estás casado? Sé santo amando y ocupándote de tu marido o de tu esposa, como Cristo lo hizo con la Iglesia. ¿Eres un trabajador? Sé santo cumpliendo con honradez y competencia tu trabajo al servicio de los hermanos. ¿Eres padre, abuela o abuelo? Sé santo enseñando con paciencia a los niños a seguir a Jesús. ¿Tienes autoridad? Sé santo luchando por el bien común y renunciando a tus intereses personales”.
Hace días encontré una lectura en la que el Padre John McCloskey proponía, además de la gracia de Dios, siete hábitos que aplicados gradualmente, igual que una dieta o un programa de ejercicio físico, han de ayudar para tener una sólida y profunda vida interior. Estos hábitos no son limitativos, pues se asegura que los santos reconocidos por la Iglesia debieron dedicar más tiempo del que aquí se propone para la oración, por ejemplo. Con esta lectura he podido observar que unos hábitos han estado presentes en mi vida por algún tiempo y ya son parte de mi día y en otros no he tenido la consistencia diaria, pero el Señor sabe que hago mi mejor esfuerzo, solo espero que el Espíritu Santo me acompañe siempre y que su Gracia me permita permanecer y perseverar en su llamado.
Primer hábito: Ofrecimiento del día por la mañana.
Iniciar el día presentando a Dios todo lo que ha de acontecer, puede ser con palabras propias o utilizando alguna oración propuesta, acostumbro iniciar el día con la Oración de San Ignacio.
Segundo hábito: Al menos quince minutos de oración en silencio.
En este punto acostumbro tener 20 minutos de Oración Centrante, es un método de oración a través del cual consentimos la presencia de Dios en nuestro interior o con la lectura del Evangelio del día, hacer Contemplación Ignaciana.
Tercer hábito: Quince minutos de lectura espiritual.
Se propone la lectura del Nuevo Testamento y algún libro de espiritualidad cristiana o la vida de los santos, quienes nos han precedido en este camino a la santidad. En mi experiencia normalmente estoy leyendo algún libro con la temática mencionada y esa lectura la realizo antes de dormir.
Cuarto hábito: Participar en la Misa y Comulgar en estado de gracia.
Como el papa Juan Pablo II dijo en su Exhortación Apostólica Ecclesia in America “La Eucaristía es el centro viviente y eterno centro alrededor del cual la comunidad entera de la Iglesia se congrega” (n°35). En una época difícil en mi historia, mi director espiritual me recomendó participar en la Eucaristía diariamente, desde entonces trato de participar en la Misa diaria, aunque a veces no es posible hacerlo.
Quinto hábito: Rezar cada día al mediodía el Ángelus.
Esta es una costumbre católica que se remonta a muchos siglos. Es un hermoso modo de honrar a Nuestra Señora por un momento. Muchas veces la vida laboral interfiere con este hábito, pues al mediodía, es posible que estemos muy ocupados. Pero ponernos un recordatorio ayuda.
Sexto hábito: El rezo del Santo Rosario cada día.
Es un hábito que, una vez adquirido es difícil abandonar. Por lo general se nos propone rezar el Santo Rosario durante los meses de Mayo y Octubre, pero la idea es que una vez creado el hábito no abandonemos la meditación de los Misterios de la vida de Jesús y la repetición de las palabras de saludo a la Santísima Virgen.
Séptimo hábito: Examen de conciencia antes de dormir.
Al final del día podemos vernos tentados a pensar que el cansancio es mayor que el amor a Dios, pero este hábito es de especial ayuda para nuestro crecimiento espiritual. Y aquí vuelvo a compartirles otra clave de la Espiritualidad Ignaciana, el Examen de Conciencia, en 5 pasos:
- Ponerse en la presencia de Dios y dar gracias por todo lo recibido durante el día.
- Repaso mis pensamientos del día, actitudes, percepciones, conclusiones.
- Reviso el pensamiento recurrente. ¿Me ayudó a crecer en libertad, fe y amor?
- Doy gracias o pido perdón por mis pensamientos según lo sienta.
- Mirando “hacia mañana” ¿Cuáles acciones, palabras o actos de amor concretos me gustaría tener?
“A la mayor gloria de Dios” (AMDG)