Las nuevas tecnologías han transformado la forma de interactuar de las personas en su cotidianidad, han abierto campos nunca imaginados de manejo de la información y han facilitado la apertura a nuevos métodos de cooperación y estilos de vida. Dentro de estos cambios, es posible que la variación más importante experimentada, al menos en relación con la interacción humana y en referencia a la comunicación digital y comunidades virtuales, ha sido el concepto de redes sociales en Internet, que han abierto la posibilidad de comunicarse en cualquier parte del mundo con desconocidos que comparten un interés común.
En el ámbito de la tecnología y la informática, la vida virtual es el sistema que permite al usuario, la oportunidad de tener la sensación de estar inmerso en un mundo diferente al real.
Digo vida virtual y el término me parece ilógico, porque he visto en los últimos tiempos tantas personas a mi alrededor que buscando evadir la realidad de la propia vida, se han creado su círculo virtual que les mantiene entretenid@s e inmers@s en su mundito particular. Los videojuegos online masivos mezclan el entretenimiento con la socialización mediante el uso de chat y gracias a estos juegos, muchas personas establecen relaciones de amistad con otras personas en cualquier lugar del planeta.
Realmente me espanta ver como tanta gente se ha fabricado un mundo paralelo en el que refiere tener por amigos a personas que nunca han visto y con los que gastan tiempo a través de la comunicación virtual, sin embargo, no son capaces de mantener una conversación con personas reales a quienes pueden verle la cara y asignarle una firma particular de comportamiento.
Un estudio dependiente de la Universidad del Sur de California (USC), Annenberg Digital Future señala que, para muchos internautas, la pertenencia a comunidades o grupos virtuales es tan importante como las relaciones que establecen en la vida real. A mi entender es sumamente peligroso este comportamiento, pues vemos como personas adultas e inteligentes van encerrándose en un mundo hermético, en el que no son capaces de relacionarse con las personas que supuestamente forman parte importante de sus vidas o se supone que lo sean, creando desconcierto, desilusión y mucho sufrimiento, pues la tecnología es una herramienta que, si se usa mal, potencia los males de esta época: individualismo y soledad.
Quiero aclarar que no estoy en desacuerdo con el uso de la comunicación digital y las redes sociales, pero todo en exceso, tarde o temprano, hace daño. Podemos desarrollar las interacciones virtuales sin descuidar la vida real, sin olvidar los encuentros cara a cara con las personas que apreciamos, intercambiar abrazos, compartir sonrisas, realizar caminatas por el parque, bailar, escuchar música, compartir y comentar una buena película o un buen libro, tocar un instrumento musical, cultivar la práctica de los juegos de mesa o rompecabezas, atender a un amigo o familiar enfermo, tener una conversación sanadora luego de algún malentendido… en fin, existen tantas actividades que podemos realizar presencialmente, que limitar nuestras vidas al ámbito virtual es posible que nos aísle del mundo real.
No olvidemos que la tecnología es una herramienta, que dependiendo del uso que hagamos de ella y del nivel de dependencia que lleguemos a crear de los recursos virtuales, serán de ayuda o quedaremos atrapad@s en una vida no palpable ni real, la vida virtual.